“a largo plazo, un sistema que depende de la extracción hasta el último céntimo de los pobres no puede esperar un pronóstico saludable”
En alguna parte de Hamptons [se trata de varios lugares de Long Island, en el estado de Nueva York, en donde los muy ricos estadounidenses pasan las vacaciones; NdT], un derrochador está maldiciendo a su mujer de la limpieza y amenazando con el puño a los jardineros. Los estadounidenses pobres, que tienen habitualmente el suficiente tacto para permanecer invisibles ante la clase multimillonaria, de repente salen a escena y empiezan a hacer añicos el sistema financiero mundial. Aunque parezca mentira, este debe ser el primer caso en la historia que los oprimidos logran echar abajo un sistema económico injusto sin las molestias de una revolución.En primer lugar dejaron de pagar sus hipotecas, un paso en el que fueron acompañados por mucha gente de la clase media que ha llegado a sus límites financieros, aunque los pobres muestran el camino. Muy bien; hubo hipotecas trampa, muchas de ellas diseñadas para ser inasequibles a los dos años de firmado el contrato. Estaban los créditos NINJA (No INcome, no Jobs or Assets), por ejemplo, concedidos a la gente “sin ingresos, sin trabajo ni bienes”. El columnista conservador Niall Fergusen lamenta los bajos niveles de “alfabetización económica” que permitió a la gente ser explotada por los créditos subprime. ¿Por qué esta gente con bajos ingresos no consiguió abogados que la asesoraran sobre la letra menuda? ¿Es posible que no tengan consejeros de finanzas personales? Entonces, en un paso diabólicamente inteligente, los pobres —una categoría que ahora coincide aproximadamente con la clase obrera— dejaron de comprar. Tanto Wal-Mart como Home Depot comunicaron resultados decepcionantes del segundo trimestre, sumergiendo al mercado en otro hundimiento tipo ártico. H. Lee Scout, presidente del imperio-de bajos-salarios Wal-Mart, “admitió” con admirable sensibilidad que “no es un secreto que muchos clientes se quedan sin dinero a fin de mes.” El capitalismo global sobrevivirá a la actual crisis crediticia; ya el gobierno se ha apresurado a calmar los mercados febriles. Pero a largo plazo, un sistema que depende de la extracción hasta el último céntimo de los pobres no puede esperar un pronóstico saludable. ¿Quién hubiera dicho que las hipotecas impagadas en Stockton y Cleveland iban a agitar los mercados de Londres y Shangai? Los pobres se han levantado y han hablado; solo que suena menos a grito de protesta que a sordo, ahogado, gemido de dolor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario