miércoles, 5 de marzo de 2008

URIBE ASESINO


El asesinato de Raúl Reyes es uno más en la estela sangrienta de la oligarquía colombiana, esta vez representada por el régimen narco-paramilitar de Álvaro Uribe Vélez. Asesinato cometido con toda la premeditación y sevicia que se puede ver en el bombardeo nocturno de un campamento guerrillero, que se había –creo yo- trasladado a territorio ecuatoriano -2.000 metros- para adelantar sus labores de diplomacia y contactos internacionales –por la seguridad de los invitados, labores que le eran inherentes a la responsabilidad que le había asignado el Secretariado Nacional de las FARC en búsqueda de la Paz.
Bombardeo nocturno que nos hace recordar los bombardeos de los aliados contra la población civil de la Alemania convertida en demonio por uno de los demonios asesinos de la historia, Hitler. Ese bombardeo nocturno, con precisión moderna, nos traslada a lo que vimos en la TV con los bombardeos a Irak. Presentado en video por una de las tantas publicaciones, porque el espectáculo tenía que disfrutárselo la oligarquía colombiana.
Lo cual nos hace pensar que el bombardeo fue realizado por pilotos de los Estados Unidos de América, que al igual que los tres militares espías estadounidenses, están involucrados hasta los tuétanos en un conflicto interno que por obra y gracia de ellos y de Uribe se convertirá en una guerra total, máxime cuando se pretende utilizar –como fue diseñado- el Plan Colombia como punta de lanza contra los gobiernos progresistas de América Latina.
Las imágenes dantescas, morbosas, mostradas al exhibir jubilosos el cadáver de Raúl Reyes –como un trofeo para un niño-, nos enseña que los guerrilleros estaban durmiendo cuando fueron bombardeados. Allí no hubo posibilidad de respuesta, tiraron las bombas, los asesinaron con alevosía, y posteriormente tropas colombianas ingresan a territorio ecuatoriano, acordonan el área y secuestran los cadáveres de Raúl Reyes y del canta-autor Julián Conrado, sin contar para nada con las autoridades ecuatorianas. Los demás muertos -16- los dejaron tirados en territorio ecuatoriano para que Ecuador quedara notificado que al régimen de Uribhitler y a los asesores gringos le importa lo más mínimo la opinión del vecino país.
El cadáver de Raúl Reyes muestra que una esquirla enucleó su ojo izquierdo, quizá produjo lesión cerebral, y su pierna derecha fue cercenada por efecto de la bomba o bombas. No se alcanza a ver ‘tiros en el pecho’ –como decía un noticiero-. Raúl Reyes murió por efecto de la explosión de la bomba y no por disparos de fusil, de eso no hay duda.
Pero lo macabro de la psicopatía de los militares lo vemos también en el traslado del cadáver de Raúl Reyes, en una bolsa, y en el aeropuerto ni siquiera su cuerpo fue acondicionado en una camilla, sino llevado a pulso por los de la DIJIN. Diferente fue la posición de las FARC con los diputados asesinados por el régimen. Fueron sus cuerpos lavados, vestidos, colocados como debe ser para recibir sepultura después que medicina legal hiciera su trabajo. Como debe ser y debiera hacerse por respeto al cadáver de una persona que combatió con honestidad.. Ahí, nada más ahí, se demuestra el humanitarismo de las FARC y la inhumanidad del régimen de Uribhitler.
Publican además que el cadáver del jefe guerrillero será depositado en una ‘fosa común’. Cuán orgulloso se hubiera sentido el guerrillero de las FARC de compartir la misma suerte que tienen los cadáveres de los asesinados por el Terrorismo de Estado, los del pueblo. Porque siempre los luchadores son enterrados en ‘fosas comunes’. Recuerden no más que el cadáver de Camilo Torres, el cura guerrillero, fue secuestrado por el general® Álvaro Valencia Tovar y hasta hoy no son entregados sus restos mortales para recibir cristiana sepultura, por el temor a que el pueblo al saber el sitio de su sepultura la convierta en sitio de reencuentro de su pueblo con él. Igual pretenden hacer ahora con Raúl Reyes y Julián Conrado. Igual han hecho con decenas de miles.
Lo anterior demuestra que el régimen narco-paramilitar de Uribe Vélez no respeta la soberanía de ningún país, ni las mínimas reglas del derecho de la guerra. Tampoco respeta los derechos humanos. Es definitivamente un gobierno que va en vías de transformar a Colombia en el Israel de Latinoamérica. Y a la sociedad colombiana en una sociedad presa de sus propios eufemismos, de la ‘seguridad democrática’ vivida en la inseguridad más absoluta.
Inseguridad democrática que sigue teniendo entre las víctimas del Terrorismo de Estado a los sindicalistas colombianos. Hoy fue asesinado un sindicalista. Por ser sindicalista iba a ser asesinado por el régimen y por ello se ‘enguerrilleró’, como una forma de preservar su vida y continuar su lucha por mejor vida para el pueblo colombiano. Siempre fue un sindicalista, siempre preocupado por la lucha de la clase obrera en cualquier lugar del mundo. Era un verdadero hijo del pueblo.
A su pueblo entregó su vida. Por él murió. Por amor a su pueblo combatió –de la forma que le permitieron-, un régimen corrupto, mafioso y paramilitar. Con su muerte pierde el pueblo a uno de sus caracterizados cuadros que una y otra vez persistía en el empeño de alcanzar una salida política al conflicto interno político, económico, armado y social que viven los colombianos por un régimen títere y cipayo al gobierno de los Estados Unidos.
Raúl Reyes fue un cuadro popular, militante de las FARC. Por ello lo sentimos los luchadores populares. Por ello lo siente su pueblo. Su organización lógicamente resentirá su ausencia. Nunca el que muere puede ser remplazado. Pero vendrán otros a empuñar sus banderas de lucha y sus responsabilidades. El pueblo lucha combinando acertadamente todas las formas de lucha de masas y los que estamos en otras formas de lucha, rendimos homenaje al Comandante del Secretariado Nacional de las FARC, Raúl Reyes, que como buen fariano murió con la imagen de Manuel Marulanda, Comandante en Jefe de las FARC, estampada en su pecho.
Un Comandante guerrillero que murió batallando por alcanzar la Paz en Colombia. Como siempre lo han hecho las FARC. Desde Marquetalia, cuando nace como guerrilla, las FARC planteó la necesidad de una salida política a la guerra a fin de evitarle sufrimientos innecesarios a la población. La oligarquía nunca ha hecho caso a estos planteamientos. Siempre han tenido oídos sordos a los clamores del pueblo.
Hoy está más que patente que mientras las FARC están haciendo planteamientos que buscan una salida política a la crisis que vive Colombia, la oligarquía está siempre buscando cómo adelantar la guerra. Hoy quizá estén contentos. Pero cuando la guerra toque a sus puertas y los envuelva con sus terroríficos tentáculos, esperamos que, al igual que el pueblo hoy, lloren con la serenidad que ha tenido el pueblo colombiano. No debemos olvidar la sentencia bíblica: “El que a hierro mata, a hierro muere”.

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