La primera lección que aprende un niño israelí es la más racista, chovinista, llena de prejuicios, religiosamente extremista y homofóbica lección del perseguido pueblo elegido de Dios en la Tierra Prometida por Dios. El niño israelí descubre que tiene el divino derecho de nacimiento judío de ser el elegido de Dios y que este privilegio divino acarrea la envidia, el odio anti-semítico y la persecución de los otros (los goyim, los otros pueblos) hacia él. Aprende que estos goyims son mera almas animales encarnadas en cuerpos humanos para el servicio y placer del pueblo elegido por Dios. También aprende que la Tierra Prometida de Dios había sido robada por ladrones paganos (árabes y musulmanes) y que es un deber religioso cumplir el deseo de Dios de limpiar la Tierra Prometida de estos paganos y construir una casa para Dios.Los libros de texto israelíes están escritos con una ideología sionista extremadamente militarizada y con un profundo tinte de religiosidad distorsionada. El investigador israelí Eli Bodia, de la Universidad de Haifa, dirigió un estudio sobre el currículo académico de historia titulado "La lucha israelí en los libros de historia académicos hebreos". Bodia concluía que el currículo perpetúa el conflicto israelo-árabe y que ha sido un obstáculo que ha contribuido a obstaculizar todo acuerdo de paz real con los palestinos. Describe el currículo como uno profundamente distorsionado por la ideología sionista extrema. Alimenta el odio hacia los árabes en general y a los palestinos en particular despojándolos de su humanidad y describiéndolos como salvajes, violentos, terroristas, retrasados, criminales, sucios y animalizados. La académica israelí Sigrid Lehman afirmó: "Nosotros, los judíos, estamos predispuestos a percibir a un árabe como goyim; como europeos los percibimos como un enemigo asiático contra nuestras aspiraciones nacionales y como socialistas los percibimos como representantes del peor tipo de retraso". decretos religiosos se convierten en leyes y se enseñan en las escuelas israelíes junto con otros libros religiosos que glorifican a los criminales de guerra israelíes decribiéndolos como santos por matar goyims palestinos, como el libro Baruch, el héroe, escrito por el rabino Izhak Genzburg. El libro glorifica al terrorista Baruch Goldstein que en 1994 asesinó a 29 palestinos e hirió a muchos otros cuando estaban arrodillados rezando en la mezquita Ibrahimi de Hebron antes de que lo mataran otras de las personas que estaban rezando. Baruch fue considerado un santo por este crimen. Lo enterraron en la colonia israelí de Kiryat Arba y su tumba se convirtió en un lugar de peregrinación de los religiosos extremistas israelíes.
martes, 20 de noviembre de 2007
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