El terremoto del 15 de agosto, según señalan los expertos, es uno de los más intensos de los últimos cincuenta años. Los más afectados son los pueblos del sur.
Los heridos, más de1000, no tienen atención oportuna porque los hospitales han colapsando, y las carreteras, por tramos, se han vuelto intransitables. Los muertos lamentablemente aumentan. Las casas de adobe se han derrumbado.
Hasta este momento es difícil la comunicación. Después del terremoto, a eso de las 6 y 43 minutos, las líneas telefónicas de la empresa española, buena para meter las manos en los bolsillos de los clientes, enmudecieron. No hay ninguna explicación sensata que satisfaga a la opinión pública, pero, lo que es peor, ninguna autoridad se la ha pedido, por lo menos no de manera abierta.
Nos preguntamos ¿ha previsto la empresa de marras el funcionamiento de sus sistemas en todas las situaciones?, o ¿es que sólo está en capacidad de operar cuando no hay ninguna contingencia?
Las organizaciones políticas del pueblo y los gremios están en la obligación de exigir que la empresa dé las explicaciones del caso y no simples justificaciones. Pero, es el momento para que las autoridades centrales corrijan lo que el delincuente japonés hizo desde el Estado de un país que no era el suyo: formularle obligaciones a la empresa, porque un Estado que no actúa no es más que un infeliz mequetrefe del poder empresarial. Lo que es indignante.
Los heridos, más de1000, no tienen atención oportuna porque los hospitales han colapsando, y las carreteras, por tramos, se han vuelto intransitables. Los muertos lamentablemente aumentan. Las casas de adobe se han derrumbado.
Hasta este momento es difícil la comunicación. Después del terremoto, a eso de las 6 y 43 minutos, las líneas telefónicas de la empresa española, buena para meter las manos en los bolsillos de los clientes, enmudecieron. No hay ninguna explicación sensata que satisfaga a la opinión pública, pero, lo que es peor, ninguna autoridad se la ha pedido, por lo menos no de manera abierta.
Nos preguntamos ¿ha previsto la empresa de marras el funcionamiento de sus sistemas en todas las situaciones?, o ¿es que sólo está en capacidad de operar cuando no hay ninguna contingencia?
Las organizaciones políticas del pueblo y los gremios están en la obligación de exigir que la empresa dé las explicaciones del caso y no simples justificaciones. Pero, es el momento para que las autoridades centrales corrijan lo que el delincuente japonés hizo desde el Estado de un país que no era el suyo: formularle obligaciones a la empresa, porque un Estado que no actúa no es más que un infeliz mequetrefe del poder empresarial. Lo que es indignante.
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